jueves, 18 de enero de 2018

CENA NAVIDEÑA EN EL HOTEL DE LOS DISPARATES V





2005-12-28 06:05:40 
Versión de la cena narrada por Pestolazzi.


Versión de la cena narrada por el Sr. Radamante:

No vamos a decir que la Cena navideña de Gala estuvo buena.... Estuvo ESPECTACILAR!!!!
A la hora señalada por el Señor Petolazzi, todo el mundo salió de sus habitaciones para concurrir 
al gran salón. Los más finos perfumes impregnaban todas las escalas y ascensores del Hotel. A 
media luz y velitas por todas las mesas, el salón hermosamente adornado, lucía esplendoroso, 
mientras la pequeña orquesta de señoritas especialmente contratada para la ocasión, susurraba las tradicionales melodías navideñas.
Ni que hablar de las damas, cual de todas más graciosas, vestidas y ataviadas como lo más selecto 
de la realeza. Trajes largos con guantes de encaje; cintas de terciopelo en el cuello; finas 
diademas algunas adornando su peinado; elgantes joyas luciendo en el pecho de otras.
Los varones no lo hacían mal: unos de smoking; otros de terno con chalecos de satén; peinados a la gomina y con el bigote perfumado. 

Versión de la cena narrada por el Sr. Pestolazzi- 1ªparte.

No es cierto que a la hora señalada por el pistoletazo de salida todos salieran de sus habitaciones. Concretamente me estoy refiriendo a Brunelli, que según Asta de Toro, estuvo dando vueltas por la ciudad reclutando niños sin casa y mendigos sin meta. Los trajo al hotel y los escondió en uno de los sótanos, a la espera de darse una buena panzada con las sobras.

Con tanto ajetreo, Brunelli, que no se había apercibido de que llevaba puesto el smoking que iba a utilizar en la cena, cuando llegó a su cuarto y se agachó para atarse el cordón de los zapatos, ocurrió que todas las costuras del smoking reventaron * se cuenta con más detalle en la versión de Brunelli que se da más adelante.

En cuanto a los perfumes no puedo decir nada porque solo podía oler el mío, "Eau de Rochás, pour las damás". Cierta en su totalidad la versión que da el Sr. Radamante de la decoración y de la orquesta de damas, contratada "pour moi" en un largo casting.

En cuanto a la belleza de las damas y sus exquisitos vestidos de noche no puedo ni hablar porque me he quedado mudo.

En cuanto a los caballeros prefiero no hacerlo. Y con esto se concluye esta primera etapa de la cena de gala. Los restantes huéspedes pueden narrarla a su manera, según lo que hayan visto. Que no voy a obligarles a ver lo que no ven, por muy director de hotel que sea. 

2005-12-29 15:27:56 
Feliz año a todos y no se olviden de tomarse una copita en el bar de Mórtimer. Invita la casa. 


2006-01-03 13:17:29 
Brunelli en Navidad.-

Quienes deseen conocer los antecedentes navideños de Brunelli pueden hacerlo en la página de Slictik, concretamente el relato Brunelli en Navidad. Aquí, yo el narrador (¡Qué mágica palabra!), les voy a hablar de cosas íntimas de Brunelli, algo de lo que él apenas dice nada, excepto cuando está con amigos íntimos (tiene muy pocos). Todos tenemos una cara oculta –casi o sin casi, oscura, o más bien negra- y Brunelli no iba a ser menos.

Solo los muy íntimos conocen que Brunelli sufre de una curiosa fobia: le da miedo la gente, las otras personas, los otros. No se trata de esa timidez enfermiza, que un tanto por ciento estadístico importante, sufrimos, sino de algo mucho peor y más paralizante. Brunelli es un fóbico. No sufre de fobia a los espacios abiertos o a los ascensores (no suelen morder y se caen lo mismo que las demás cosas en la naturaleza, cuando se las coloca en el aire sin sostén), ni tampoco a los aviones (con lo que viaja sería un obstáculo insalvable), sino de algo mucho más extraño y sorprendente. Brunelli se siente paralizado cada vez que tiene que relacionarse. Por eso precisamente, y no por otra razón, se hizo humorista. Los humoristas pasan más desapercibidos. Sus rarezas o manías se achacan a que son “graciosos”.

Es muy de agradecer que haya hecho un esfuerzo para acudir a la cena navideña del hotel. Aparte el atractivo del buffet de Iñaki. Entra en el gran salón con un muñequito pegado en la espalda, gracia de Alvarito, y con calzoncillos rojos bajo el smoking. Por si ustedes no lo saben, al menos en España, es una tradición llevar ropa interior roja para pasar al nuevo año. Brunelli es bastante supersticioso, como buen humorista, y prefiere pecar por exceso que por defecto. Siente un enorme deseo de estrechar contra su corazón a todos los huéspedes del hotel. Muchos de ellos se sentirán tan solos como se siente él, aunque su ingenuidad le impide reconocer que no es el único solitario del planeta. Pero su fobia se lo impide y para disimular decide atracarse en el bufet de Iñaki. 

Entonces recuerda a sus queridos niños encerrados en el sótano y hacia allí sale disparado, con Alvarito detrás intentando venderle un décimo de lotería, con mucho recargo, por supuesto.

Por el camino recuerda que Pestolazzi le ha estado hablando de la posibilidad de prohibir fumar en todo el recinto del hotel. Le han llegado noticias de que en España, con el nuevo año, los fumadores tendrán que irse a contaminar el campo si quieren echarse un pitillito. Pestolazzi no se inmutó cuando se fueron sucediendo las prohibiciones en otros países, pero se ve que España le llega al corazoncito, como le ocurre a Brunelli, que es un gran fumador, otra debilidad que disimula encerrado en su cuarto. Todo son desgracias para Brunelli, al menos está haciendo algún que otro amigo en el hotel, como la señorita Ñampira, que ha tenido la delicadeza de cenar con él, o el señor Radamante, que le ha escrito un soneto. No todo son desgracias en la vida. 




2006-01-07 05:56:20 
La señorita Bente y Carlitos Temprano, tomados de la mano, intentan disfrutar de la Navidad.

No fue tarea fácil vestir a la Señorita Bente, a quien todos los vestidos de los diseñadores oficiales del hotel, Jean Pierre y Charly, le parecían poco adecuados para realzar su belleza adolescente. Carlitos se fue con Don Alcanfor para no molestar y dejar que la señorita Bente se probara todos los modelitos que quisiera.

Por fin ambos vestido de punta en blanco y tomados de la mano (se sentían muy solos en estas fiestas) se dirigieron al gran salón donde se celebraba la cena de gala. A la entrada Alvarito les dió el menú de Iñaki y les puso dos muñequitos tomados de la mano en sus espaldas.

Carlitos se pasó un buen rato intando convencer a la señorita Bente de que una noche es una noche y que los menús de Iñaki engordan poco y saben mucho. ¡Pero ni si quieres arroz Catalina!. Todo le engordaba a la señorita, hasta la lechuga. 


2006-01-07 06:06:50 
2006-01-06 23:36:24 
Terminando la cena de gala de navidad, poco antes de retirarme a mis aposentos junto con Jean-Pierre, nos quedamos charlando un rato con Alvarito Pina. A toda costa quería saber qué monos pintaba yo, con el señor Lacoitture. Le expliqué que nos habíamos casado en Bruselas, y estabamos pasando luna de miel en el Hotel. No pudo callar su boca para decirnos que el señor Pestolazzi, si había fijado mucho en nosotros y sentíka una gran curiosidad de por qué estábamos en habitaciones separadas.
Obviamente no le pude dar mis razones, pero lo conformé con decirle que el señor Lacoitture sufría de ronquera.
Y despues de dar una vuelta por los jardines fumando mi pipa, nos acompañó hasta nuestros habitaciones. 
Mirándonos intrigado, titubió para despedirnos. Jean-Pierre me miró y de mutuo acuerdo nos depedimos de Alvarito de besos a la francesa. 
Radamante-303 

Alvarito siente simpatía po el Sr. Radamante y Jean Pierre, dos elegantes y exquisitos hombres del gran mundo, de los que van quedando pocos. El hecho de que estén casados no le sorprende. Alvarito es un joven moderno, que se las sabe todas, incluidos los juegos de las videoconsolas. Lo que le sorprende es que se casaran en Bruxelas y no en Madrid.

El Sr. Radamante le explica que Jean sufre de ronquera y Alvarito se echa las manos a la cabeza. ¡Un señor tan exquisito!. Brunelli ronca como una locomotora, pero él no es exquisito. Bueno, si todos se van a poner a roncar en este hotel, necesitaríamos un buen director de orquesta, alguien como el Sr. Koraján y de paso que venga la soprano Sofía de Hannover y nos anime un poco con algún aria del bel canto. Este hotel necesita música, mucha música.

Al despedirse ambos le dicen que le van a dar un beso a la francesa y Alvarito se rasca la melena. Tal como son los franceses se puede esperar cualquier cosa. Pero un beso es un beso y Alvarito no ha sido besado por nadie esta Navidad.¡Se han olvidado de él!.

Se aleja por el pasillo con un aparatito de MP3, escuchando a Bruce Springteen, el boss o el box, que él no sabe mucho inglés. 

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