jueves, 20 de abril de 2017

EL BAR DE MÓRTIMER XXIV



2006-03-17 13:08:06
Clara Alegría, camarera del Hotel llega de sus vacaciones y se encuentra con el baile de disfraces
Clara Alegría es una camarera que hace dos años trabaja en el Hotel. Alegre, desenfadada, eficiente en su trabajo, no es por eso menos dada a la diversión, si cuadra. Ha regresado de una licencia, justamente cuando está el baile de disfraces en pleno auge. Ni corta ni perezoza, se viste ( o desviste) de odalisca, y lo que más tapa es su rostro con un velo, para no verse descubierta por sus jefes.
Entra riendo, contoneando sus veinticinco gloriosos años y sus más gloriosos atributos, y cuando descubre las escenas tan incómodas como cómicas o desgarbadas, su risa contagiosa repica por todo el ámbito. Mortimer, reconoce enseguida esa risa. Pero no será él quien cuente que una empleada se ha "colado" entre la concurrencia. Sobre todo que Clarita es un ser muy querible, una campanita siempre repicando buenas ondas. 


2006-03-17 13:48:44
Slim parece poseído por todos los demonios del hombre blanco

LA CODICIA

Su ensalada de tiros no solo ha producido daños colaterales (ha agujereado las cañerías del techo y el bar comienza a parecer una piscina) sino que ha desatado su instinto más bajo: la codicia. En efecto, una bala, al rebotar, ha roto la cerradura del maletín de ejecutivo y por el aire y el suelo, mojado, se han esparcido miles de billetes grandes, dólares. Al intentar apoderarse de unos cuantos, en el parquet (más abajo no llegan) se encuentra con Matilde y Brunelli, que parecen enzarzados en una lucha oriental inextricable. La abandona para disputarle a Slim unos cuantos dólares.

LA LUJURIA

Slim confunde a la doctora Norma con su amada Ingrid Bergman y trata de secuestrarla, pero Mórtimer que está al quite, se hace pasar por Rick, en la piel de Bogart, y se queda piropeando a Norma-Bergman. Slim a pesar de ello continúa con su delirio y viendo la desnudez apoteósica de Nina dos de sus demonios comienzan a luchar por la primacía: la codicia y la lujuria.

LA CÓLERA

Sin saber de su patología Mórtimer ha pedido a Sam que la toque otra vez y al oír los primeros compases se vuelve loco. Se incorpora e inicia otra ensalada de tiros, ésta vez contra las botellas de Mórtimer, quien deja momentaneamente a la Bergman y se lanza contra Slim, intentando parar el destrozo. La pistola sale despedida y se la apropia Alvarito, quien grita:

-¡Quien tiene la pistola tiene el poder!


 2006-03-17 14:00:37 
Asta de Toro al rescate

Asta de Toro aparece en el bar de Mórtimer dispuesto a poner un poco de orden. ¿Quién le ha dado el recado de que la doctora Norma está en peligro y con ella la señorita Bente y con la señorita Bente, Carlitos, que ha sido amordazado por Slim en un arrebato de cólera?... Nadie. Lo ha visto en los monitores de su cubículo.

Inmediatamente saca su magnum 45 e intenta reducir a Slim, que ya está reducido por su lujuria. Entonces desata a Carlitos, calma a la Srta. Bente -estando él presente nada malo puede sucederle- y deja a la doctora Norma en las manos de Rick, de momento, para dedicarse a su tarea primordial, reducir a Slim, que ha montado en cólera otra vez y anda repartiendo ensaladas de tiros entre las botellas.

Con su magum 45 en ristre se dirige a Slim, pero resbala en un charco de agua, la pistola se dispara y abre un gran agujero en la pared, a través del que puede verse la piscina, donde algunos huéspedes del hotel - que han pasado del carnaval, no de la molicie de un baño, del aperitivo en las mesas que rodean la piscina y del ensiosamiento de sus cuerpos- permanecen ajenos al tumulto.

Un trozo de pared cae en el centro de la piscina, como un obús, levantando un sunami de considerables proporciones.

La señorita Bente, que no sabe si reír o llorar, termina por chillar, ante el espectáculo apocalíptico. En estas aparece el liberado Carlitos y se lanza a consolarla, con tan mala pata que tropieza con una de las banderillas de su tío y acaba haciendo una celebración de futbolista que pretende comerse el cesped.

Al doctor Sun se le escapa otra banderilla, que se incrusta en la espalda de Slim. La banderilla de fuego incendia aún más la sangre de Slim.



2006-03-17 14:13:07
SLIM SIGUE CON SUS PECADOS CAPITALES A CUESTAS

EL ORGULLO

Slim se da a todos los demonios, porque el espantoso carnaval que estaba organizando se ha ido al garete.

LA ENVIDIA

Es en ese momento, con la banderilla del doctor Sun en su espalda, cuando desearía ser un demonio de verdad. Envidia a Don Sata, a quien llama a grandes voces:

-Don Sata. Mi alma negra para usted si me transforma en un demonio de verdad.

Sim tiene incendiada la sangre con la banderilla de fuego y se lanza a cornear a todos. Pero Pestolazzi le torea con su capote y termina por hacerlo pasar por el gran agujero que ha dejado la magnum 45 del detective. Slim sale por el hueco, en dirección a la piscina. Le sigue Asta de Toro, que se ha recuperado e intenta reducirlo, como si se tratara de un becerro desbocado.

A todo esto Milarepa, que lleva largo rato en el bar de Mórtimer, contemplando la escena, imperturbable como un Buda arroja la metralleta de plástico al suelo y se sienta sobre un charco, con su disfraz de boina verde. Entona mantra tras mantra, como una metralleta loca. Está intentando calmar las vibraciones que danzan en el astral como ectoplasmas revoltosos. Toda la escena aparece a su tercer ojo como Maya: pura mentira.

El frío de Árbol Negro, Gustavo y Rodrigo que hablan mientras para ellos suena reggae, cuando sonaba rigtime y luego la canción de tócala otra vez Sam. La intervención de Don Sata y el desnudo de Nina (que ni inmuta a Milarepa porque también es Maya y mentira). Allan Brito y la chica sexy que parecen flotar en el astral. Y la aparición de Clarita Alegría que también queda embelesada por Mórtimer, transformado en Rick-Bogart, el hombre duro que se las lleva a todas de calle. Pero todo esto no inmuta a Milarepa. Porque todo es Maya, mentira, ilusión...

¿Qué sucederá ahora? ¿Cómo reaccionarán nuestros personajes, para quienes Maya es tan real como la vida misma, aunque cada uno vea y viva su propia realidad? ¿Esta escrito todo esto en los archivos akásicos?

¿Se darán un baño en la piscina? ¿Se trastocarán las relaciones establecidas y cada cual descubrirá nuevas posibilidades? ¿Lograrán reducir a Slim? Todo está escrito, ¿pero dónde? 



2006-03-19 09:17:08
Mortimer combate sus propios demonios, y de paso trata de sacar la situación a flote
A kiss is still a kiss...
Mortimer quedo a centímetros de los labios de Ingrid Bergman, cuándo se da cuenta que su eterno cigarrillo, aún cuelga de su boca...
-¡Tus besos queman!-Exclama Norma/Ingrid.
-Disculpa... soy un poco olvidadizo...
En ese instante, repara en los balazos de 9mm, calibre 38 y magnun 45. En el techo agujereado, en la fuente que se formó en el medio del salón y la arcada que conecta el bar con la piscina.
A todo eso hay que agregar varias mujeres semidesnudas y fogozas (¡mi propia empleada!)
-me parece que los gastos serán superiores a las ganancias... Ingrid, espera ya vuelvo por ti...
Se dirije a buen paso hasta Clarita:
-Muchacha, ya me habían hablado de ti. Creo que tus vacaciones terminaron... ¡vete a ayudar a Alvarito!
-Pero señor Mortimer, yo...
-Olvídalo, muñeca-le dice con voz nasal- ¡A trabajar! ¡Ah! y puedes decirme Morti... sin el señor...
Luego se pone en el centro del desastre. Toma su propia arma de la sobaquera, y hace un par de disparos más al techo. Los nuevos agujeros ni se notan.
-¡Alto todo el mundo!-grita arma humeante en mano- ¡Basta de desmanes! A este paso no nos van a dejar en el restaurante de Alpredete... ¡Todos a la piscina! ¡El último cola de perro!
(Así por los menos los saco del bar, a la mayoría)
Y ahora... ¿Dónde y con quién estará Zíngara? Por lo menos Ingrid aún me espera... 

006-03-19 15:30:37
Clara Alegría, de odalisca a Cenicienta
Ay, sí, querido Morti, claro que tengo que ponerme a limpiar, porque claro, a ver si le vas con el cuento al gerente de que me metí a bailotear con los invitados.
-¿Sabés, Alvarito? –Nosotros podremos limpiar este estropicio, no sé quien va a limpiar de gente borracha y chiflada el lugar. Que se arregle Morti, el detective no sirve para nada, y yo no soy de limpieza, yo soy camarera de comedor y servicio de habitación.
Alvarito le guiña un ojo, le dice intencionado:
-Sobre todo, en lo de servicio de habitación...
-Mirá, Alvarito, no te metas conmigo, que acá los dos estamos bien embromados con este desastre. Lo del servicio de habitación, si va con premio es asunto mío. Y más de una vez, bien que el gerente me lo ha sugerido para clientes muy especiales. Y más de una vez le he dicho que no.
Alvarito se sonríe, pensando en qué proporción habrá dicho que sí. Clara le da un coscorrón.
- ¡Terminála, Alvarito, y arremanguémonos, que hay para trabajar. Yo ni me cambio, así va quedar el traje de odalisca. Que se joroben.
Matilde llorisquea, tratando de alcanzar el turbante, y Clara, que es una muchacha rápida para lo que sea, se lo alcanza, y le devuelve el peluquín a Brunelli.
Matilde saca el pastillero de un pliegue del turbante, una pastilla violeta, que confunde con la de la angustia. Pero esta es contra el insomnio, y en dos minutos queda roncando a más y mejor.
Mientras Clara limpia, los ojitos de Alvarito se dan vuelta ante el contoneo involuntario que los movimientos de la limpieza, balancean los pechos, las caderas, y todo lo que queda cada vez más a la vista, ya que un traje de odalisca se rasga inapropiadamente de nada, si uno lo usa para tales menesteres, y transparenta como una caricia, cuando se moja con el agua y detergente, los lugares más tentadores.
Clara es, en este momento, una pompa de espuma y un recreo para la vista de los ojos masculinos que la quieran mirar.


2006-03-19 19:25:24
Alexander, con sus enormes alas desplegadazas observa desde lejos a Clara que platica con Alvarito. Algo en su pecho que parecía estar apagado comienza a latir rápidamente y un fuerte olor a gardenias inunda el lugar, despacio se acerca a la mujer pero algo en su mente regresa y hace que se detenga de golpe, agachando la cabeza y con sus largos cabellos negros tapando la enorme tristeza en su rostro se regresa a la barra. 









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